Un pacífico viento, recorre el refugio,
Pacífica luz que entra por la ventana.
En el huerto, la encina, pacíficamente dormita
recostada en la tierra en que reposa tu alma.
Siento en paz la ermita del campo
tus sandalias y el bastón dejando huella.
Tu voz entrecortada por la emoción contenida
tu cuerpo retorcido por el tiempo maltratado.
Veo la pacífica caricia de tu mano
en los rostros de tus hijos doloridos.
La fe de tus manos cultivada
y su amor generosamente compartido.
Hoy un Pacífico susurro me recorre el alma.
Todos sabemos que sigues vivo
Olé. No fuiste de campamento con Pacífico. Pero tienes a alguien en casa que lo sabe transmitir como nadie
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