Hay épocas de esas en las que uno se percibe por encima del límite de su capacidad. Cuando el humor se tuerce ante los incordios persistentes.
El caso es que nunca vi nada tan contraproducente. Si uno se ha acostumbrado a tolerar determinados comportamientos y un día decide no seguir permitiéndolos, entonces, en ese momento, pasas a ser un canalla.
¡Qué absurdo! Y uno defendiendo a capa y espada que es posible rehabilitarse, que uno tiene la oportunidad y el derecho de cambiar...
A veces somos tan ambivalentes, que es imposible saber qué pie calzamos.
El mío es un 37, pero cuando aprenda, me moveré entre el 36 y el 42 ¡y que me quiten lo bailao!
Moonlight in Vermont
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Cae la nieve
*sobre los vivos y los muertos*,
copos de azahar
o flores de cerezo.
Violines irisados,
canta haikus Sinatra:
el vals de los esquíes
y las pi...
Hace 2 semanas
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