Ha llegado por fin la noche, serena y templada.
El día se fue, y con él esa nube de polvo levantada en la batalla,
y los sonidos de los cascos de los caballos.
Un día duro, lleno de "claroscuros ", un clásico de la vida misma, con su contradicción más amarga y las heroicidades cotidianas.
Ellos, los más jóvenes, han luchado como verdaderos valientes, han combatido a pecho descubierto y con la espada en alza, han defendido su honor y su criterio y han dado lecciones de humanidad " a diestro y siniestro".
Son ellos hoy, quienes se merecen el mayor galardón, llevar el estandarte y sentirse satisfechos, no es fácil, cuando el enemigo es tan diestro en las artes oscuras. Pero ellos han mirado más allá, han sabido ver detrás de la imagen virginal y compungida, han sabido leer los libros encriptados y se han plantado delante, para no dejarse acobardar, para dar lecciones, para morir matando...
Se que generalizar no es justo, pero a mí me devuelven la ilusión y la esperanza, porque es fácil quedarse enroscado en los tópicos, que generación tras generación se van fraguando respecto a la juventud. Y cuando una es testigo, de primera mano, de pruebas como las de hoy (auténtica demostración de templanza y madurez, frente a la inestable labilidad de la perfidia), no puede por menos que rendirse a la evidencia y agachar un poco la cabeza para luego levantarla con orgullo y decir, sí son "de los míos".
Hoy quiero dedicarles un homenaje, porque no siempre una ha sido justa, pero ahora quiero serlo.
Gracias por ser mucho más de lo que podemos esperar, por seguir luchando por vuestras ideas, por no amedrentaros y mirar, miedos a un lado, hacia delante. Y sobre todo gracias por cultivar aún esos valores, si queréis un poco gastados o en desuso, como son el honor y la lealtad.
Os admiro (sobre todo a "Lavir", al palentino y a ese extremeño que desde La Torre da tanto "la lata", pero que la da tan bien). Un abrazo para los tres.
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