Miro al Norte y descubro un paisaje verde, una nostalgia de bruma y gaita, una serena música de llanto suave, del que no moja.
Si miro al Sur, veo la arena dorada, caliente y volatil, peregrina del aire, remolino rojizo y risa fácil, vino fino y luz cegadora.
En el Este me encuentro orígenes, aguas templadas, sabores y olores de color azul, como las barcas de sueños, cometas mediterráneas.
Veo el Oeste, un suspiro fresco, un mecerse peregrino, mar abierto y despierto, fados lloviendo sobre las plazas.
Hoy he viajado al noroeste, debatiéndome entre el supiro y el llanto, entre la bruma y el fado.
Apenas levanto la mirada todo se nubla, y me dejo envolver, acariciada por la blancura densa, vacía, viciada...
Espero.
Todo pasa.
Si miro al Sur, veo la arena dorada, caliente y volatil, peregrina del aire, remolino rojizo y risa fácil, vino fino y luz cegadora.
En el Este me encuentro orígenes, aguas templadas, sabores y olores de color azul, como las barcas de sueños, cometas mediterráneas.
Veo el Oeste, un suspiro fresco, un mecerse peregrino, mar abierto y despierto, fados lloviendo sobre las plazas.
Hoy he viajado al noroeste, debatiéndome entre el supiro y el llanto, entre la bruma y el fado.
Apenas levanto la mirada todo se nubla, y me dejo envolver, acariciada por la blancura densa, vacía, viciada...
Espero.
Todo pasa.
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