miércoles, 28 de abril de 2010

NAVEGANDO

Empiezo a mirar tus ojos con los míos, tratando de llegar a las profundidades de
tu alma, a esos terrenos dónde uno no puede o no quiere mentir.

Me oculto en la frondosidad de tus suspiros, llegando hasta tu garganta, como agua fresca.

Esculpo tus entrañas con cincel austero, mis uñas horadan tus aristas y se pulen en mí tus errores.

Descubro curiosa un florecer extraño, una flor de jara, olorosa y bella, resinosa en los bordes.

Me llego hasta tu piel, mi piel debajo, extendida toda en ti, desde la hondura. Y me fundo y me confundo con tus manos, y me pierdo diluida en "mi-tu" abrazo.

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