Estoy mirando el reloj. Pasan despacio las horas y mis manos, siempre frías, buscan nerviosamente el anillo que envuelve mi dedo.
Te miro en mis adentros, y te espero inocente sobre la almohada. Sabiendo que esta noche no estás. Que hoy dormirás lejos, con el vacío pegado a tu espalda, con el calor ausente.
Yo estaré pendiente, atenta a tus sigilosos movimientos, tratando de anticiparme a tus susurros. Imaginaré tus ojos descansando en los míos, sonriendo un momento antes de apagar la luz. Acariciaré tu pelo suavemente y soñaré contigo sin remedio, en un abrazo, en un beso.
Te miro en mis adentros, y te espero inocente sobre la almohada. Sabiendo que esta noche no estás. Que hoy dormirás lejos, con el vacío pegado a tu espalda, con el calor ausente.
Yo estaré pendiente, atenta a tus sigilosos movimientos, tratando de anticiparme a tus susurros. Imaginaré tus ojos descansando en los míos, sonriendo un momento antes de apagar la luz. Acariciaré tu pelo suavemente y soñaré contigo sin remedio, en un abrazo, en un beso.
Rezaré, acurrucada en un rincón, discreta, egoistamente enamorada, para pedir a mi Dios lo único que necesito: seguir amando-te.
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