jueves, 11 de marzo de 2010

Otro jueves de Marzo

Vuelve a ser Jueves, y se vuelven a oir en lo más profundo de nuestra memoria los ecos de los testimonios de la gente, el ruido de los móviles sonando sobre las vías, y un silencio posterior roto tan solo por el inquietante ruido de las ambulancias, policías, bomberos...

Se acercan a nosotros las imágenes de los rostros heridos para siempre, los de los supervivientes, los familiares de las víctimas, los de los testigos.

Aquella experiencia entre el temor y la solidaridad y el horrible pero tranquilizador alivio, marcó nuestras vidas completamente.

Intento condensar mis pensamientos, es dificil, porque se agolpan todas las emociones y tengo que confesar que aún hoy no puedo reprimir el llanto al recordar aquél día, y eso que yo tuve suerte.

Pienso en la contradictoria experiencia que supuso y ha supuesto a lo largo de estos años esa barbarie. Contradictoria porque expuso lo mejor y lo peor del ser humano. Lo sublime y lo mezquino. Lo transparente y lo oculto. Nos puso al límite en todos los niveles en los que un ser humano puede exponerse, y en todos los aspectos en los que nos desenvolvemos.

Por un lado vivimos la desgracia, la maldad, el sinsentido. El terror sembrado por aquellos que no entienden nada, que no son capaces de sentir, de personas con el cerebro y el alma consumidos por lo más vil, prisioneros de su incapacidad para ser personas, con la voluntad anulada. El fanatismo más explícito, labrado por el rencor, la desigualdad, la tiranía. Aprovechado como todos los fanatismos, por los caciques de turno, los explotadores.

Después la desgracia de la cobardía. El miedo político, la opacidad, el cinismo. ¿Acaso se nos tiene por tan descerebrados, por tan absurdos, para que necesitemos mentiras para ser libres y decidir?¿No es acaso absolutamente injustificado y brutal un acto de terrorismo para tener que ocultar su origen por si influye en la voluntad de elegir un gobierno? Creo que arrastrar estas cuestiones ha hecho tanto daño que ha creado nuevas víctimas, directas o indirectas. Asesinar conciencias no es delito, pero es inmoral y hay muchas personas que aún siguen paseando su inmoralidad frente a nosotros, creyendo que una mentira mantenida termina siendo una verdad.

Espero que Dios los perdone y nos vaya enseñando a hacerlo, para no quedarnos, como no lo hicimos entonces con ese ejemplo.

Entonces demostramos también lo mejor de lo que somos capaces: miles de personas ofreciendo su ayuda: atendiendo heridos, levantando cuerpos, acompañando a los familiares, trasladando personas...un mismo espíritu, una misma alma. Sin color, sin signos, sin propagandas...Todos siendo humanidad, compartiendo el dolor y la tragedia, aunando esfuerzos para sostener a los más débiles, a los dañados, a los que creían no poder seguir adelante, a los que no lo pudieron hacer.

Sí, nadie podría convencerme de lo contrario, nosotros somos eso, ese latido común, acompasado al único ritmo de la tierra, embebido de las virtudes humanas, traspasado por un vínculo fraterno (para mi de Dios, para otros que se yo...). Solo nos faltan motivos, no tenerlos sino identificarlos. Mirarlos sin el velo del prejuicio y dedicar dos minutos a dejarnos "Ser".

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